lunes, 8 de diciembre de 2014

Fútbol Callejero

Prohibido jugar a la pelota. Prohibido entrar en el campo de fútbol vacío de la instalación municipal. Prohibido, prohibido, prohibido!!
 Se ha perdido la esencia del fútbol en los niños. Ya no hay "fútbol callejero". Nos queda el fútbol de club, imprescindible en todo caso, pero se ha perdido la espontaneidad, la frescura, la valentía individual de regatear y regatear. Regatear contrarios, farolas o aceras. De jugar a base de pura intuición. El crecimiento de las ciudades, y con ello, el peligro de dejar a nuestros hijos solos en la calle, unida a todo tipo de prohibición y reducción de los espacios libres, han provocado que se haya perdido este juego tan importante como es el fútbol de calle. 
Es cierto que las instalaciones deportivas han mejorado de forma espectacular en los últimos años, con campos magníficos de hierba artificial, polideportivos cubiertos por doquier y otros centros para la formación de los jóvenes futbolistas. En eso se ha apreciado una mejoría notable, que ha contribuído a una sustancial mejora del trabajo de los clubes. Pero no es menos cierto que, fuera de los horarios de entrenamiento de los pequeños, apenas pueden practicar su deporte. Y esto limita mucho la capacidad de aprendizaje del joven jugador. 

El fútbol callejero ha sido escuela de grandes jugadores. Un lugar, en el parque, en la calle de al lado o en el patio del colegio, donde desarrollar habilidades básicas en la técnica individual. Donde crecer en el arte de la conducción, el regate o el tiro. Donde defender cada balón para poder hacer gol lo antes posible. Bien fuera en un partido o el conocidísimo "mundialito". Hoy en día los jóvenes solamente tocan el balón la hora u hora y media que entrenan con su equipo en un par de sesiones semanales. En un entrenamiento seguramente muy correcto y estructurado por sus entrenadores. Pero en el que sólo podrán hacer lo que les dejen hacer. Acabamos poco a poco con la naturalidad y con la frescura del juego en esta fase de aprendizaje de los jóvenes, como indicaba al comienzo. Convertimos el aprendizaje de las cualidades técnicas de los jóvenes en algo analítico, repetitivo y guiado, sin espontaneidad, sin gracia. Algo muy científico, muy de laboratorio. Un trabajo de academias y centros de tecnificación, que son importantes, pero que dejan al joven jugador sin esa experiencia de lo propio, de lo que surge de dentro, de lo innato. De un juego que, aunque desorganizado por definición, tiene alma.

No se si es por este motivo que se aprecia en los equipo de ciertas categorías como infantiles o cadetes mucho temor a realizar situaciones de uno contra uno. A realizar un juego excesivamente conservador, con muchos pase de mantenimiento de posesión, pero pocas situaciones verticales y en busca de  superioridad. No se si es por este motivo, que cuando hablo con gente de mi edad y con años de experiencia en esto del fútbol, todos coinciden en decir que el nivel sigue bajando año tras año. Al final tendré que darles la razón. Y aunque la pérdida del fútbol callejero no sea el único motivo, seguro que en algo influirá en este pensamiento.

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