Es
un gesto. Sólo eso. Es posible que este fin de semana en cualquier partido de
fútbol modesto, el alejado de las pantallas y medios de comunicación, algún
jugador haya realizado alguna jugada similar a la de Diego Costa. Del fútbol
profesional se magnifican situaciones que en el fútbol modesto se dan con
cierta asiduidad y pasan desapercibidas para la mayoría de aficionados.
Pero
en el contexto de la pelea por la Liga, el gesto de Diego Costa contrasta con
la autocomplacencia de los medios ante una victoria del Real Madrid en casa
frente a un mermado Almería, o la indolencia momentánea de un Barcelona metido
en un crisis que solo puede salvar, y de modo temporal, una victoria en la Copa
de Rey (chupito, la llamaban por Canaletas no hace mucho). El Real Madrid ha pasado en unos días de tener medio cuerpo fuera de semis de Champions en Dortmund a ser candidato firme al triplete tras ganar al cuadro andaluz. En Barcelona hablan de "Tataclismos" y de ya han puesto a Klopp como primer candidato a sustituir a Martino.
Porque
el golpe de Diego Costa en el segundo gol de su equipo en el Coliseum de Getafe
fue mucho más que un golpe. Mantuvo la respiración de todos los atléticos hasta
que el Club comunicó que solamente se trataba de una herida. Significó el mayor
grado de compromiso que un profesional puede tener para con su club; sin pensar
en más allá que sellar un triunfo que pone al equipo colchonero en una
situación inmejorable para ganar la Liga.
Leí
hace poco a un amigo de Osasuna que el Atlético podía acabar el año con los
mismos títulos que los rojillos después de tanto esfuerzo. Quizá. Pero no hay
colchonero por el mundo que no esté orgulloso de este equipo y de Simeone, pase
lo que pase de aquí al final. Porque a veces, un gesto mueve algo mucho mayor y
más profundo. Un gesto, mueve a un equipo a llegar a cotas superiores a su
propia capacidad. Un gesto puede hacer al Atlético campeón!
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